Política Criminal y Política General
La distinción entre política criminal y política general es esencial para comprender los enfoques gubernamentales que pretenden administrar y gestionar la justicia y el orden social. Ambas perspectivas están arraigadas en la teoría política y legislación, pero se diferencian significativamente en su alcance, objetivos y métodos.
La
política criminal se refiere a las estrategias y medidas adoptadas por un
Estado para abordar la delincuencia y promover la seguridad pública, el enfoque
principal de esta política se centra en el sistema de justicia penal y las
acciones específicas dirigidas a prevenir, controlar y sancionar el
comportamiento criminal, por lo cual, la misma está orientada hacia la
aplicación de la ley y la administración de la justicia.
Borja (2003) afirma que:
Su
función va más allá, alcanza al tratamiento de la problemática de los
ciudadanos que perpetran hechos delictivos («… La cuestión de cómo debe
tratarse a las personas que atentan contra las reglas básicas de la convivencia
social y con ello lesionan o ponen en peligro al individuo o a la comunidad
constituye el objeto principal de la Política Criminal. (p.121)
Al
momento de su ejecución, la política criminal implica la promulgación de leyes
penales, la implementación de programas de prevención del delito, el
fortalecimiento de instituciones judiciales y policiales, y la administración de
sistemas correccionales conocidos como cárceles o centros penales. Los principios
de la política criminal se basan en la retribución, prevención general y
especial, rehabilitación y disuasión, entre otros.
Por
otro lado, la política general se refiere a un conjunto más amplio de objetivos
y acciones gubernamentales que abarcan diversos sectores sociales, económicos y
políticos. A diferencia de la política criminal, la política general no se
limita exclusivamente al ámbito de la justicia penal, sino que busca abordar
una gama más amplia de problemas y necesidades en la sociedad actual
En
términos generales, la política general abarca áreas como la educación, la
salud, el empleo, la vivienda, el medio ambiente y el bienestar social, el objetivo
de esta es promover el desarrollo integral de la sociedad y mejorar la calidad
de vida de sus ciudadanos. En este sentido, la política general se centra en la
prevención del delito mediante la atención a las causas subyacentes o inmediatas
de la criminalidad, como la pobreza, la desigualdad social, la falta de
oportunidades y la exclusión social.
Principales
diferencias entre ambas políticas
1. Alcance: La
política criminal se enfoca específicamente en la delincuencia y el sistema de
justicia penal, mientras que la política general aborda una amplia gama de
temas sociales, económicos y políticos.
2. Objetivos: La
política criminal busca prevenir y controlar la delincuencia, así como
administrar la justicia penal y los sistemas carcelarios, mientras que la
política general tiene como objetivo promover el bienestar social, el
desarrollo humano y prevenir la desigualdad
3. Enfoque: La
política criminal está diseñada para la aplicación de la ley y las acciones
punitivas, mientras que la política general adopta un enfoque más amplio y
preventivo, abordando las causas subyacentes de la criminalidad.
4. Métodos: La
política criminal se ejecuta a través de medidas legales y acciones de
aplicación de la ley, mientras que la política general utiliza una variedad de
herramientas y programas en áreas como la educación, la salud y el trabajo
social para lograr sus objetivos
.
Beneficios
de un buen planteamiento de Política Criminal
La
Política Criminal juega un papel fundamental en la sociedad contemporánea, ya
que cuando la misma está bien planteada y dirigida, conlleva una serie de
beneficios que impactan tanto en la prevención del delito como en la promoción
de la justicia y el bienestar social.
En
primer lugar, una política criminal bien diseñada contribuye significativamente
a la reducción de la delincuencia, esto se logra mediante la implementación de
medidas preventivas efectivas, como programas de intervención temprana en
comunidades vulnerables, educación sobre la ley y los derechos humanos, así
como la promoción de oportunidades de empleo y desarrollo económico en áreas de
alta criminalidad. Al abordar las causas inmediatas de la criminalidad como la
pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a recursos básicos, se puede crear
un entorno más propicio para la convivencia pacífica y la seguridad ciudadana.
Por
otra parte, una política criminal de calidad puede mejorar el sistema de
justicia penal y fortalecer el Estado de derecho, este objetivo se puede
conseguir mediante la implementación de reformas que promuevan la
transparencia, la imparcialidad y la eficiencia en el sistema judicial. Por
ejemplo, el fortalecimiento de las instituciones públicas encargadas de la
aplicación de la ley en la sociedad, la capacitación de jueces y fiscales en
mejores prácticas judiciales, así como la promoción de mecanismos alternativos
de resolución de conflictos pueden contribuir a una administración de justicia
más efectiva y equitativa.
Asimismo,
la implementación de estas políticas puede promover la rehabilitación y la
reintegración de víctimas y victimarios de la violencia en la sociedad. Desde
un punto de vista social, una política criminal centrada en la rehabilitación
busca abordar las causas subyacentes del comportamiento delictivo y brindar a
la sociedad las herramientas y el apoyo necesarios como medio de terapia para enfrentar
los retos sociales. Esto puede incluir programas de tratamiento para
adicciones, educación y capacitación vocacional en el ámbito correccional, así
como apoyo para la reinserción laboral y comunitaria una vez que los individuos
cumplen sus penas.
Por último, una política criminal bien fundamentada puede animar a la prevención del delito y la promoción de la seguridad ciudadana a través de la colaboración y la participación activa de la sociedad civil, esto al involucrar a la comunidad en la identificación de problemas locales de seguridad y en el diseño e implementación de soluciones, a través de la cual se fortalece el tejido social y se fomenta un sentido de responsabilidad compartida en la prevención y el control del delito. Esto puede manifestarse en iniciativas como comités de seguridad comunitaria, programas de vigilancia vecinal y proyectos de revitalización urbana que buscan mejorar la calidad de vida en áreas afectadas por la criminalidad y la violencia.
Conclusiones
A
modo de resumen, la diferencia entre política criminal y política general
radica en su enfoque, alcance y objetivos, por un lado, la política criminal se
centra en la delincuencia y el sistema de justicia penal, la política general
aborda una gama más amplia de problemas sociales y busca prevenir el delito
mediante la erradicación de la desigualdad social y el respeto por los derechos
humanos. Ambas perspectivas son complementarias y fundamentales para abordar de
manera integral los desafíos de la seguridad y la justicia en una sociedad en
evolución
En
conclusión, las políticas criminales son de gran importancia ya que pueden
ofrecer una amplia gama de beneficios para la sociedad, desde la reducción de
la delincuencia hasta la promoción de la justicia y la rehabilitación, tomando
en cuenta la prevención del delito y la participación ciudadana, una política
criminal efectiva puede contribuir significativamente a la construcción de
sociedades más seguras, justas y cohesionadas. Por lo tanto, es fundamental que
los gobiernos y las instituciones responsables adopten enfoques integrales, basados
en la formulación y ejecución de políticas criminales, con el fin de maximizar
su impacto y alcanzar resultados exitosos para la sociedad a largo plazo.
Bibliografía:
Borja,
E (2003) Sobre el concepto de política criminal. Una aproximación a su
significado desde la obra de Claus Roxin. Universidad de Valencia. pp. 114-150
COLMESI (2021) Política Criminal. [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=UhBvwJok1bU
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